CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 622

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski borracho se hubiera detenido a tres pasos de él y le mirara sin decir nada. -¿Qué quiere usted? -preguntó ceceando y sin hacer el menor movimiento. -Nada, amigo mío -respondió Svidrigailof-. Buenos días. -Siga su camino. -¿Mi camino? Me voy al extranjero. -¿Al extranjero? -A América. -¿A América? Svidrigailof sacó el revólver del bolsillo y lo preparó para disparar. El soldado arqueó las cejas. -Oiga, aquí no quiero bromas -ceceó. -¿Por qué? -Porque no es lugar a propósito. -El sitio es excelente, amigo mío. Si alguien te pregunta, tú le dices que me he marchado a América. Y apoyó el cañón del revólver en su sien derecha. -¡Eh, eh! -exclamó el soldado, abriendo aún más los ojos y mirándole con una expresión de terror-. Ya le he dicho que éste no es sitio para bromas. Svidrigailof oprimió el gatillo. VII Aquel mismo día, entre seis y siete de la tarde, Raskolnikof se dirigía a la vivienda de su madre y de su hermana. Ahora habitaban en el edificio Bakaleev, donde ocupaban las habitaciones recomendadas por Rasumikhine. La entrada de este departamento daba a la calle. Raskolnikof estaba ya muy cerca cuando empezó a vacilar. ¿Entraría? Sí, por nada del mundo volvería atrás. Su resolución era inquebrantable. «No saben nada -pensó-, y están acostumbradas a considerarme como un tipo raro.» StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 621