Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
-¡Déjeme! -gritó, desesperada-. Le juro que volveré a disparar ¡y
le mataré!
-¡Qué importa! Desde luego, disparando a tres pasos es
imposible fallar. Pero si usted no me mata...
Sus ojos centellearon y dio dos pasos más. Dunetchka disparó,
pero no salió la bala.
-Ese revólver está mal cargado. Pero no importa: le queda una
bala todavía. Arréglelo. Espero.
Estaba a dos pasos de la joven y la miraba con una ardiente
fijeza que expresaba una resolución indómita. Dunia comprendió
que preferiría morir a renunciar a ella. Y... y ahora estaba segura
de matarle, ya que sólo lo tenía a dos pasos.
De pronto arrojó el ar