CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 603

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -Por lo visto, Avdotia Romanovna, usted se ha olvidado de que, cuando trataba de convertirme, se inclinaba sobre mí y me dirigía lánguidas miradas. Yo, entonces, la miraba fijamente a los ojos, ¿recuerda...? La noche..., el claro de luna... Un ruiseñor cantaba... La ira llameó en los ojos de Dunia. -¡Mientes, mientes! ¡Eres un calumniador! -¿Miento? Bien, lo admito. No se deben recordar estas cosillas a las mujeres -añadió con una sonrisa burlona-. Sé que vas a disparar, preciosa bestezuela. Pues bien, dispara... Dunia le apuntó. Sólo esperaba que hiciera un movimiento para apretar el gatillo. Estaba mortalmente pálida, temblaba su labio inferior y sus grandes ojos negros lanzaban llamaradas. Svidrigailof no la había visto nunca tan hermosa. En el momento en que la joven levantó el revólver, el fuego de sus ojos penetró en el pecho del enemigo y quemó su corazón, que se contrajo dolorosamente. Dio un paso hacia delante y se oyó una detonación. La bala rozó el cabello de Svidrigailof y fue a incrustarse en la pared, a sus espaldas. Svidrigailof se detuvo y dijo, esbozando una sonrisa: -Una picadura de avispa... Ya veo que ha tirado usted a la cabeza... Pero ¿qué es esto? Parece sangre. Y sacó el pañuelo para limpiarse un hilillo de sangre que resbalaba por su sien. La bala debió de rozar la piel del cráneo. Dunia había bajado el revólver y miraba a Svidrigailof con un gesto de pasmo más que de temor. Parecía incapaz de comprender lo que había hecho y lo que ocurría ante ella. -Ya lo ve: ha errado el tiro. Vuelva a disparar. Ya ve que estoy esperando. Hablaba en voz baja y con una sonrisa que ahora tenía algo de siniestro. -Si tarda usted tanto -continuó-, podré caer sobre usted antes de que haya vuelto a apretar el gatillo. Dunetchka se estremeció, preparó el revólver y apuntó. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 602