Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
-No, no hay nadie -dijo lentamente y en voz baja-. Mi patrona ha
salido. Sus gritos son, pues, inútiles.
-¿Dónde está la llave? ¡Abre la puerta, abre inmediatamente!
¡Miserable, canalla!
-La llave se me ha perdido.
-¡Comprendo! ¡Esto es una emboscada!
Y Dunia, pálida como una muerta, corrió hacia un rincón, donde
se atrincheró tras una mesa.
Ya no gritaba. Estaba inmóvil y tenía la mirada fija en su
enemigo, para no perder ninguno de sus movimientos.
Svidrigailof estaba también inmóvil. Al parecer iba recobrándose,
pero el color no había vuelto a su rostro. Su sonrisa seguía
mortificando a Avdotia Romanovna.
-Ha pronun 6