CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 589

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski las Islas a pasar la noche. De modo que no adelantará nada viniendo conmigo. -Tengo que ir a su casa. No a su habitación, sino a la de Sonia Simonovna: quiero excusarme por no haber asistido a los funerales. -Haga usted lo que quiera. Pero le advierto que Sonia Simonovna no está en su casa. Ha ido a llevar a los huérfanos a una noble y anciana dama, conocida mía y que está al frente de varios orfelinatos. Me he captado a esta señora entregándole dinero para los tres niños de Catalina Ivanovna, más un donativo para las instituciones. Finalmente, le he contado la historia de Sonia Simonovna sin omitir detalle, y esto le ha producido un efecto del que no puede tener usted idea. Ello explica que Sonia Simonovna haya recibido una invitación para presentarse hoy mismo en el hotel donde se hospeda esa distinguida señora desde su regreso del campo. -No importa. -Haga usted lo que quiera, pero yo no iré con usted cuando salga de casa. ¿Para qué...? Óigame: estoy convencido de que usted desconfía de mí sólo porque he tenido la delicadeza de no hacerle preguntas enojosas... Usted ha interpretado erróneamente mi actitud. Juraría que es esto. Sea usted también delicado conmigo. -¿Con usted, que escucha detrás de las puertas? -¡Ya salió aquello! -exclamó Svidrigailof entre risas-. Le aseguro que me habría asombrado que no mencionara usted este detalle. ¡Ja, ja! Aunque comprendí perfectamente lo que usted había hecho, no entendí todo lo demás que dijo. Tal vez soy un hombre anticuado, incapaz de comprender ciertas cosas. Explíquemelo, por el amor de Dios. Ilústreme, enséñeme las ideas nuevas. -Usted no pudo oír nada. Todo eso son invenciones suyas. -Lo que quiero que me explique no es lo que usted se imagina. Pero, desde luego, oí parte de sus confidencias. Yo me refiero a sus continuas lam V