Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
»Cuarto. En compensación, Marfa Petrovna me permitiría cortejar
a las campesinas, pero siempre con su consentimiento secreto y
teniéndola al corriente de mis aventuras.
»Quinto. Prohibición absoluta de amar a una mujer de nuestro
nivel social.
»Y sexto. Si, por desgracia, me enamorase profunda y
seriamente, me comprometía a enterar de ello a Marfa Petrovna.
»En lo concerniente a este último punto, he de advertirle que
Marfa Petrovna estaba muy tranquila. Era lo bastante inteligente
para saber que yo era un libertino incapaz de enamorarme en
serio. Sin embargo, la inteligencia y los celos no son
incompatibles, y esto fue lo malo... Por otra parte, si uno quiere
juzgar a los hombres con imparcialidad, debe desechar ciertas
ideas preconcebidas y de tipo único y olvidar los hábitos que
adquirimos de las personas que nos rodean. En fin, confío en
poder contar al menos con su juicio.
»Tal vez haya oído usted contar cosas cómicas y ridículas sobre
Marfa Petrovna. En efecto, tenía ciertas costumbres extrañas,
pero
le
confieso
sinceramente
que
siento
verdadero
remordimiento por las penas que le he causado. En fin, creo que
esto es una oración fúnebre suficiente del más tierno de los
maridos a la más afectuosa de las mujeres. Durante nuestros
disgustos, yo guardaba silencio casi siempre, y este acto de
galantería no dejaba de producir efecto. Ella se calmaba y sabía
apreciarlo. En algunos casos incluso se sentía orgullosa de mí.
Pero no pudo soportar a su hermana de usted. ¿Cómo se arriesgó
a tomar como institutriz a una mujer tan hermosa? La única
explicación es que, como mujer apasionada y sensible, se
enamoró de ella. Sí, tal como suena; se enamoró... ¡Avdotia
Romanovna! Desde el primer momento comprendí que su
presencia sería una complicación, y, aunque usted no lo crea,
decidí abstenerme incluso de mirarla. Pero fue ella la que dio el
primer paso. Aunque le parezca mentira, al principio Marfa
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 575