Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
Aceleró el paso cuanto le fue posible, pero por el camino le ocurrió
una pequeña aventura que absorbió su atención durante unos
minutos. Estaba mirando el banco desde lejos, cuando advirtió
que a unos veinte pasos delante de él había una mujer a la que
empezó por no prestar más atención que a todas las demás cosas
que había visto hasta aquel momento en su camino. ¡Cuántas
veces entraba en su casa sin acordarse ni siquiera de las calles
que había recorrido! Incluso se había acostumbrado a ir por la
calle sin ver nada. Pero en aquella mujer había algo extraño que
sorprendía desde el primer momento, y poco a poco se fue
captando la atención de Raskolnikof. Al principio, esto ocurrió
contra su voluntad e incluso le puso de mal humor, pero en
seguida la impresión que le había dominado empezó a cobrar una
fuerza creciente. De súbito le acometió el deseo de descubrir lo
que hacia tan extraña a aquella mujer.
Desde luego, a juzgar por las apariencias, debía de ser una
muchacha, una adolescente. Iba con la cabeza descubierta, sin
sombrilla, a pesar del fuerte sol, y sin guantes, y balanceaba
grotescamente los brazos al andar. Llevaba un ligero vestido de
seda, mal ajustado al cuerpo, abrochado a medias y con un
desgarrón en lo alto de la falda, en el talle. Un jirón de tela
ondulaba a su espalda. Llevaba sobre los hombros una pañoleta y
avanzaba con 6