Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
fondo cuanto tuve la primera sospecha. Me dije: "Ahora este
hombre vendrá a verme, vendrá a mi casa, y no tardará mucho.
Si es culpable, vendrá. Otro no lo haría, pero él sí." ¿Se acuerda
usted de la palabrería de Rasumikhine? La provocamos nosotros
para asustarle a usted: le pusimos al corriente de nuestras
conjeturas, seguros de que vendría a contárselo a usted, pues
Rasumikhine no es hombre que pueda disimular su indignación.
»El señor Zamiotof quedó impresionado ante su cólera y su
osadía. ¡Decir a gritos en un establecimiento público: "¡Yo he
matado...!" Esto es verdaderamente audaz y arriesgado. Yo me
dije: "Si este hombre es culpable, es un luchador enconado." Esto
es lo que pensaba. Y me dediqué a esperar..., le esperaba
ansiosamente. A Zamiotof le aplastó usted, sencillamente. Y es
que esta maldita psicología es un arma de dos filos:.. Bueno, pues
cuando le estaba esperando, he aquí que Dios le envía. ¡Cómo se
desbocó mi corazón cuando te vi aparecer! ¿Qué necesidad tenía
usted de venir entonces? ¡Y aquella risa! No sé si se acordará,
pero entró usted riéndose a carcajadas, y yo, a través de su risa,
vi lo que ocurría en su interior, tan claramente como se ve a
través de un cristal. Sin embargo, yo no habría prestado a esa risa
la menor atención si no hubiese estado prevenido. Y entonces
Rasumikhine... Y la piedra, aquella piedra, ya recordará usted,
bajo la cual estaban ocultos los objetos... Porque habló usted de
un huerto a Zamiotof, ¿verdad? Después, cuando empezamos a
hablar de su artículo, creímos percibi "V