Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
qué sucederá si el sacrificio es superior a tus fuerzas, si te
arrepientes de lo que has hecho? Entonces todo serán lágrimas
derramadas en secreto, maldiciones y una amargura infinita,
porque, en fin de cuentas, tú no eres una Marfa Petrovna. ¿Y qué
será de mamá entonces? Ten presente que ya se siente inquieta y
atormentada. ¿Qué será cuando vea las cosas con toda claridad?
¿Y yo? ¿Qué será de mí? Porque, en realidad, no habéis pensado
en mí. ¿Por qué? Yo no quiero vuestro sacrificio, Dunetchka; no lo
quiero, mamá. Esta boda no se llevará a cabo mientras yo viva.
¡No, no lo consentiré!»
De pronto volvió a la realidad y se detuvo.
«Dices que la boda no se celebrará, pero ¿qué harás para
impedirla? Y ¿con qué derecho te opondrás? Tú les dedicarás toda
tu vida, todo tu porvenir, pero cuando hayas terminado los
estudios y estés situado. Ya sabemos lo que eso significa: no son
más que castillos en el aire... Ahora, inmediatamente, ¿qué harás?
Pues es ahora cuando has de hacer algo, ¿no comprendes? ¿Y qué
es lo que haces? Las arruinas, pues si te han podido mandar
dinero ha sido porque una ha pedido un préstamo sobre su
pensión y la otra un anticipo en sus honorarios. ¿Cómo las librarás
de los Atanasio Ivanovitch y de los Svidrigailof, tú, futuro
millonario de imaginación, Zeus de fantasía que te irrogas el
derecho de disponer de su destino? En diez años, tu madre habrá
tenido tiempo para perder la vista haciendo labores y llorando, y
la salud a fuerza de privaciones. ¿Y qué me dices de tu hermana?
¡Vamos, trata de imaginarte lo que será tu hermana dentro de
diez años o en el transcurso de estos diez años! ¿Has
comprendido?»
Se torturaba haciéndose estas preguntas y, al mismo tiempo,
experimentaba una especie de placer. No podían sorprenderle,
porque no eran nuevas para él: eran viejas cuestiones familiares
que ya le habían hecho sufrir cruelmente, tanto, que su corazón
estaba hecho jirones. Hacía ya tiempo que había germinado en su
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 54