CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 549

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Di por descontado los resultados más sorprendentes. Dirigía mis golpes a su carácter, Rodion Romanovitch, a su carácter sobre todo. Le confieso que confiaba demasiado en usted mismo. -Pero ¿por qué me cuenta usted todo esto? -gruñó Raskolnikof, sin darse cuenta del alcance de su pregunta. «¿Me creerá acaso inocente?», se preguntó con el pensamiento. -¿Que por qué le cuento todo esto? Yo he venido a darle una explicación. Considero que esto es un deber sagrado para mí. Quiero exponerle con todo detalle el proceso de mi aberración. Le sometí a usted a una verdadera tortura, Rodion Romanovitch, pero no soy un monstruo. Pues me hago cargo de lo que debe experimentar una persona desgraciada, orgullosa, altiva y poco paciente, sobre todo poco paciente, al verse sometida a una prueba semejante. Le aseguro que le considero como un hombre de noble corazón y, hasta cierto punto, como un hombre magnánimo, aunque no me sea posible compartir todas sus opiniones. Juzgo como un deber hacerle cierta declaración en el acto, pues no quiero que usted forme un juicio falso. »Cuando empecé a conocerle, se despertó en mí una verdadera simpatía hacia usted. Esta confesión le hará tal vez reír. Pues bien, ríase: tiene usted perfecto derecho. Sé que usted, en cambio, sintió desde el primer momento una viva antipatía hacia mí. Bien es verdad que yo no tengo nada que pueda hacerme simpático; pero, cualquiera que sea su opinión sobre mí, puedo asegurarle que deseo con todas mis fuerzas borrar la mala impresión que le produje, reparar mis errores y demostrarle que soy un hombre de buen corazón. Le estoy hablando sinceramente, créame. Pronunciadas estas palabras, Porfirio Petrovitch se detuvo con un gesto lleno de dignidad, y Raskolnikof se sintió dominado por un nuevo terror. La idea de que el juez de instrucción le creía inocente le sobrecogía. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 548