Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
una angustia enfermiza y un profundo terror. Y también se
acordaba de haber pasado minutos, horas y acaso días sumido en
una apatía que sólo podía compararse con el estado de
indiferencia de ciertos moribundos. En general, últimamente
parecía preferir cerrar los ojos a su situación que darse cuenta
exacta de ella. Así, ciertos hechos esenciales que se veía obligado
a dilucidar le mortificaban, y, en compensación, descuidaba
alegremente otras cuestiones cuyo olvido podía serle fatal,
teniendo en cuenta su situación.
Svidrigailof le inquietaba de un modo especial. Incluso podía
decirse que su pensamiento se había fijado e inmovilizado en él.
Desde que había oído las palabras, claras y amenazadoras, que
este hombre había pronunciado en la habitación de Sonia el día de
la muerte de 6FƖ