CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 534

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Sonia. Retrocedió vivamente y fijó en Svidrigailof una mirada extraña. -¿Cómo sabe usted que yo he dicho eso?-balbuceó. -Vivo al otro lado de ese tabique, en casa de la señora Resslich. Este departamento pertenece a Kapernaumof, y aquél, a la señora Resslich, mi antigua y excelente amiga. Soy vecino de Sonia Simonovna. -¿Usted? -Sí, yo -dijo Svidrigailof entre grandes carcajadas-. Le doy mi palabra de honor, querido Rodion Romanovitch, de que me ha interesado usted extraordinariamente. Le dije que seríamos buenos amigos. Pues bien, ya lo somos. Ya verá como soy un hombre comprensivo y tratable con el que se puede alternar perfectamente. SEXTA PARTE I Empezó para Raskolnikof una vida extraña. Era como si una especie de neblina le hubiera envuelto y hundido en un fatídico y doloroso aislamiento. Cuando más adelante recordaba este período de su vida, comprendía que entonces su razón vacilaba a cada momento y que este estado, interrumpido por algunos intervalos de lucidez, se había prolongado hasta la catástrofe definitiva. Tenía el convencimiento de que había cometido muchos errores, sobre todo en las fechas y sucesión de los hechos. Por lo menos, cuando, andando el tiempo, recordó, y trató de poner en orden estos recursos, y después de explicarse lo sucedido, sólo gracias al testimonio de otras personas pudo conocer muchas de las cosas que pertenecían a aquel período de su propia vida. Confundía los hechos y consideraba algunos como consecuencia de otros que sólo existían en su imaginación. A veces le dominaba StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 533