CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 520

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski exactamente igual que había hecho él al llegar a la habitación de Sonia. Después Dunia entró en el aposento y fue a sentarse en una silla frente a él, en el sitio mismo en que se había sentado el día anterior. Raskolnikof la miró en silencio, con aire distraído. -No te enfades, Rodia -dijo Dunia-. Estaré aquí sólo un momento. La joven estaba pensativa, pero su semblante no era severo. En su clara mirada había un resplandor de dulzura. Raskolnikof comprendió que era su amor a él lo que había impulsado a su hermana a hacerle aquella visita. -Oye, &