Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
estudiando, en el mejor de los casos habría podido obtener dentro
de diez o doce años un puesto como profesor de instituto o una
plaza de funcionario con un sueldo anual de mil rublos -parecía
estar recitando una lección aprendida de memoria-, pero entonces
las inquietudes y las privaciones habrían acabado ya con la salud
de mi madre. Para mi hermana, las cosas habrían podido ir
todavía peor... ¿Y para qué verse privado de todo, dejar a la
propia madre en la necesidad, presenciar el deshonor de una
hermana? ¿Para qué todo esto? ¿Para enterrar a los míos y fundar
una nueva familia destinada igualmente a perecer de hambre...?
En fin, todo esto me decidió a apoderarme del dinero de la vieja
para poder seguir adelante, para terminar mis estudios sin estar a
expensas de mi madre. En una palabra, decidí emplear un método
radical para empezar una nueva vida y ser independiente... Esto
es todo. Naturalmente, hice mal en matar a la vieja..., ¡pero basta
ya!
Al llegar al fin de su discurso bajó la cabeza: estaba agotado.
-¡No, no! -exclamó Sonia, angustiada-. ¡No es eso! ¡No es
posible! Tiene que haber algo más.
-Creas lo que creas, te he dicho la verdad.
-¡Pero qué verdad, Dios mío!
-Al fin y al cabo, Sonia, yo no he dado muerte más que a un vil y
malvado gusano.
-Ese gusano era una criatura humana.
-Cierto, ya sé que no era gusano -dijo Raskolnikof, mirando a
Sonia con una expresión extraña-. Además, lo que acabo de decir
no es de sentido común. Tienes razón: son motivos muy
diferentes los que me impulsaron a hacer lo que hice... Hace
mucho tiempo que no había dirigido la palabra a nadie, Sonia, y
por eso sin duda tengo ahora un tremendo dolor de cabeza.
Sus ojos tenían un brillo febril. Empezaba a desvariar
nuevamente, y una sonrisa inquieta asomaba a sus labios. Bajo su
animación ficticia se percibía una extenuación espantosa. Sonia
StudioCreativo ¡Puro Arte!
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