Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
práctico que posee cierto capital (que ha amasado ya cierta
fortuna: esto suena mejor e impone más respeto). Trabaja en dos
departamentos del Estado y comparte las ideas de las nuevas
generaciones (como dice mamá), y, según Dunetchka, parece un
hombre bueno. Este parece es lo mejor: Dunetchka se casa
impulsada por esta simple apariencia. ¡Magnifico, verdaderamente
magnifico!
»... Me gustaría saber por qué me habla mamá de las nuevas
generaciones. ¿Lo habrá hecho sencillamente para caracterizar al
personaje o con la segunda intención de que me sea simpático el
señor Lujine...? ¡Las muy astutas! Otra cosa que me gustaría
aclarar es hasta qué punto han sido francas una con otra aquel día
decisivo, aquella noche y después de aquella noche. ¿Hablarían
claramente o comprenderían las dos, sin necesidad de decírselo,
que tanto una como otra tenían una sola idea, un solo sentimiento
y que las palabras eran inútiles? Me inclino por esta última
hipótesis: es la que la carta deja entrever.
»A mamá le pareció un poco seco, y la pobre mujer, en su
ingenuidad, se apresuró a decírselo a Dunia. Y Dunia,
naturalmente, se enfadó y respondió con cierta brusquedad. Es
lógico. ¿Cómo no perder la calma ante estas ingenuidades cuando
la cosa está perfectamente clara y ya no es posible retroceder? ¿Y
por qué me dirá: quiere a Dunia, Rodia, porque ella te quiere a ti
más que a su propia vida? ¿No será que la tortura secretamente el
remordimiento por haber sacrificado su hija a su hijo? "Tú eres
toda nuestra vida, toda nuestra esperanza para el porvenir." ¡Oh
mama...!»
Su irritación crecía por momentos. Si se hubiera encontrado en
aquel instante con el señor Lujine, estaba seguro de que lo habría
matado.
«Cierto -prosiguió, cazando al vuelo los pensamientos que
cruzaban su imaginación-, cierto que para conocer a un hombre es
preciso observarlo largo tiempo y de cerca, pero el carácter del
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