CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 478

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski III Piotr Petrovitch -exclamó Catalina Ivanovna-, protéjame. Haga comprender a esta mujer estúpida que no tiene derecho a insultar a una noble dama abatida por el infortunio, y que hay tribunales para estos casos... Me quejaré ante el gobernador general en persona y ella tendrá que responder de sus injurias... En memoria de la hospitalidad que recibió usted de mi padre, defienda a estos pobres huérfanos. -Permítame, señora, permítame -respondió Piotr Petrovitch, tratando de apartarla-. Yo no he tenido jamás el honor, y usted lo sabe muy bien, de tratar a su padre. Perdone, señora -alguien se echó a reír estrepitosamente-, pero no tengo la menor intención de mezclarme en sus continuas disputas con Amalia Ivanovna... Vengo aquí para un asunto personal. Deseo hablar inmediatamente con su hijastra Sonia Simonovna. Se llama así, ¿no es cierto? Permítame... Y Piotr Petrovitch, pasando por el lado de Catalina Ivanovna, se dirigió al extremo opuesto de la habitación, donde estaba Sonia. Catalina Ivanovna quedó clavada en el sitio, como fulminada. No comprendía por qué Piotr Petrovitch negaba que había sido huésped de su padre. Esta hospitalidad creada por su fantasía había llegado a ser para ella un artículo de fe. Por otra parte, le sorprendía el tono seco, altivo y casi desdeñoso con que le había hablado Lujine. Ante la aparición de Piotr Petrovitch se había ido restableciendo el silencio poco a poco. Aun dejando aparte que la gravedad y la corrección de aquel hombre de negocios contrastaba con el aspecto desaliñado de los inquilinos de la señora Lipevechsel, todos ellos comprendían que sólo un motivo de excepcional importancia podía justificar la presencia de Lujine en aquel lugar y, en consecuencia, esperaban un golpe teatral. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 477