Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
Puedo sembrar la idea, la buena semilla. De esta semilla
germinarán hechos. ¿En qué ofendo a las personas con las que
procedo así? Empezarán por sentirse heridas, pero después verán
que les he prestado un servicio. He aquí un ejemplo: se ha
reprochado a Terebieva, que ahora forma parte de la commune y
que ha dejado a su familia para... entregarse libremente, que
haya escrito una carta a sus padres diciéndoles claramente que no
quería vivir ligada a los prejuicios y que iba a contraer una unión
libre. Se dice que ha sido demasiado dura, que debía haber tenido
piedad y haberse conducido con más diplomacia. Pues bien, a mí
me parece que este modo de pensar es absurdo, que en este caso
las fórmulas están de más y se impone una protesta clara y
directa. Otro caso: Ventza ha vivido siete años con su marido y lo
ha abandonado con sus dos hijos, enviándole una carta en la que
le ha dicho francamente: «Me he dado cuenta de que no puedo
ser feliz a tu lado. No te perdonaré jamás que me hayas
engañado, ocultándome que hay otra organización social: la
commune. Me ha informado de ello últimamente un hombre
magnánimo, al que me he entregado y al que voy a seguir para
fundar con él una commune. Te hablo así porque me parecería
vergonzoso engañarte. Tú puedes hacer lo que quieras. No
esperes que vuelva a tu lado: ya no es posible. Te deseo que seas
muy feliz.» Así se han de escribir estas cartas.
-Oiga: esa Terebieva, ¿no es aquella de la que usted me dijo que
andaba por la tercera unión libre?
-Bien mirado, sólo era la segunda. Pero aunque fuese la cuarta o
la decimoquinta, esto tiene muy poca importancia. Ahora más que
nunca siento haber perdido a mi padre y a mi madre. ¡Cuántas
veces he soñado en mi protesta contra ellos! Ya me las habría
arreglado para provocar la ocasión de decirles estas cosas. Estoy
seguro de que les habría convencido. Los habría anonadado.
Créame que siento no tener a nadie a quien...
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 448