Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
-Pero ¿no se acuerda de que le hablé de esto ayer y le di mi
opinión sobre tales ceremonias...? Además, la viuda le ha invitado
a usted. Incluso habló usted con ella ayer.
-Es increíble que esa imbécil se haya gastado en una comida de
funerales todo el dinero que le dio ese otro idiota: Raskolnikof. Me
he quedado estupefacto al ver hace un rato, al pasar, esos
preparativos, esas bebidas... Ha invitado a varias personas. El
diablo sabrá por qué lo hace.
Piotr Petrovitch parecía haber abordado este asunto con una
intención secreta. De pronto levantó la cabeza y exclamó:
-¡Cómo! ¿Dice que me ha invitado también a mí? ¿Cuándo? No
recuerdo... No pienso ir... ¿Qué papel haría yo en esa casa? Yo
sólo crucé unas palabras con esa mujer para decirle que, como
viuda pobre de un funcionario, podría obtener en concepto de
socorro una cantidad equivalente a un año de sueldo del difunto.
¿Me habrá invitado por eso? ¡Je, je!
-Yo tampoco pienso ir -dijo Lebeziatnikof.
-Sería el colmo que fuera usted. Después de haber dado una
paliza a esa señora, comprendo que no se atreva a ir a su
casa.¡Je, je, je!
-¿Qué yo le di una paliza? ¿Quién se lo ha dicho? -exclamó
Lebeziatnikof, turbado y enrojeciendo.
-Me lo contaron ayer: hace un mes o cosa así, usted golpeó a
Catalina Ivanovna... ¡Así son sus convicciones! Usted dejó a un
lado su feminismo por un momento. ¡Je, je, je!
Piotr Petrovitch, que parecía muy satisfecho después de lo que
acababa de decir, volvió a sus cuentas.
-Eso son estúpidas calumnias -replicó Andrés Simonovitch, que
temía que este incidente se divulgara-. Las cosas no ocurrieron
así. ¡No, ni mucho menos! lo que le han contado es una verdadera
calumnia. Yo no hice más que defenderme. Ella se arrojó sobre mí
con las uñas preparadas. Casi me arranca una patilla... Yo
considero que los hombres tenemos derecho a defendernos. Por
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 446