Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
dormir, y ayer empecé a informarme acerca de usted. Hoy, ya
debidamente informado, he ido a ver al juez de instrucción. La
primera vez que he preguntado por él, estaba ausente. He vuelto
una hora después y no me ha recibido. Al fin, a la tercera vez, me
han hecho pasar a su despacho. Se lo he contado todo
exactamente como ocurrió. Mientras me escuchaba, Porfirio
Petrovitch iba y venía apresuradamente por el despacho,
golpeándose el pecho con el puño. « ¡Qué cosas he de hacer por
vuestra culpa, cretinos! -exclamó-. Si hubiera sabido esto antes,
lo habría hecho detener.» En seguida salió precipitadamente del
despacho, llamó a alguien y se puso a hablar con él en un rincón.
Después volvió a mi lado y de nuevo empezó a hacerme
preguntas y a insultarme. Mientras él me dirigía reproche tras
reproche, yo se lo he contado todo. Le he dicho que usted se
había callado cuando yo le acusé de asesino y que no me
reconoció. Él ha vuelto a sus idas y venidas precipitadas y a darse
golpes en el pecho, y cuando le han anunciado a usted, ha venido
hacia mí y me ha dicho: «Pasa detrás de esa puerta y, oigas lo
que oigas, no te muevas de ahí.» Me ha traído una silla, me ha
encerrado y me ha advertido: «Tal vez te llame.» Pero cuando ha
llegado Nicolás y le ha despedido a usted, en seguida me ha dicho
a mí que me marchase, advirtiéndome que tal vez me llamaría
para interrogarme de nuevo.
-¿Ha interrogado a Nicolás delante de ti?
-Me ha hecho salir inmediatamente después de usted, y sólo
entonces ha empezado a interrogar a Nicolás.
El visitante se inclinó otra vez hasta tocar el suelo.
-Perdone mi denuncia y mi malicia.
-Que Dios lo perdone -dijo Raskolnikof.
El visitante se volvió a inclinar; aunque ya no tan
profundamente, y se fue a paso lento.
«Ya no hay más que pruebas de doble sentido», se dijo
Raskolnikof, y salió de su habitación reconfortado.
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 438