CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 437

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Vestía exactamente igual que la víspera, pero su semblante y la expresión de su mirada habían cambiado. Parecía profundamente apenado. Tras unos segundos de silencio, lanzó un suspiro. Sólo le faltaba llevarse la mano a la mejilla y volver la cabeza para parecer una pobre mujer desolada. -¿Qué desea usted? -preguntó Raskolnikof, paralizado de espanto. El recién llegado no contestó. De pronto hizo una reverencia tan profunda, que su mano derecha tocó el suelo. -¿Qué hace usted? -exclamó Raskolnikof. -Me siento culpable -dijo el desconocido en voz baja. -¿De qué? -De pensar mal. Cruzaron una mirada. -Yo no estaba tranquilo... Cuando llegó usted, el otro día, seguramente embriagado, y dijo a los porteros que lo llevaran a la comisaría, después de haber interrogado a los pintores sobre las manchas de sangre, me contrarió que no le hicieran caso por creer que estaba usted bebido. Esto me atormentó de tal modo, que no pude dormir. Y como me acordaba de su dirección, decidimos venir ayer a preguntar... -¿Quién vino? -le interrumpió Raskolnikof, que empezaba a comprender. -Yo. Por lo tanto, soy yo el que le insultó. -Entonces, ¿vive usted en aquella casa? -Sí, y estaba en el portal con otras personas. ¿No se acuerda? Hace ya mucho tiempo que vivo y trabajo en aquella casa. Tengo el oficio de peletero. Lo que más me inquieta es... Raskolnikof se acordó de súbito de toda la escena de la antevíspera. Efectivamente, en el portal, además de los porteros, había varias personas, hombres y mujeres. Uno de los hombres había dicho que debían llevarle a la comisaría. No recordaba cómo era el que había manifestado este parecer -ni siquiera ahora podía StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 436 Comentario [L44]: Esta inclinación se emplea frecuentemente en Rusia como saludo o para excusarse. Tambiénse utiliza en la iglesia para posternarse sin poner la rodilla en el suelo.