Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
Y Porfirio parecía prestar atención a lo que sucedía detrás de la
puerta del despacho.
En efecto, se oyeron ruidos procedentes de la pieza vecina.
-Ya vienen -exclamó Raskolnikof-. Has enviado por ellos... Los
esperabas... Lo tenías todo calculado... Bien, hazlos entrar a
todos; haz entrar a los testigos y a quien quieras... Estoy
preparado.
Pero en ese momento ocurrió algo tan sorprendente, tan ajeno al
curso ordinario de las cosas, que, sin duda, ni Porfirio Petrovitch ni
Raskolnikof lo habrían podido prever jamás.
VI
He aquí el recuerdo que esta escena dejó en Raskolnikof. En la
pieza inmediata aumentó el ruido rápidamente y la puerta se
entreabrió.
-¿Qué pasa? -gritó Porfirio Petrovitch, contrariado-. Ya he
advertido que...
Nadie contestó, pero fue fácil deducir que tras la puerta había
varias personas que trataban de impedir el paso a alguien.
-¿Quieren decir de una vez qué pasa? -repitió Porfirio, perdiendo
la paciencia.
-Es que está aquí el procesado Nicolás -dijo una voz.
-No lo necesito. Que se lo lleven.
Pero, acto seguido, Porfirio corrió hacia la puerta.
-¡Esperen! ¿A qué ha venido? ¿Qué significa este desorden?
-Es que Nicolás... -empezó a decir el mismo que había hablado
antes.
Pero se interrumpió de súbito. Entonces, y durante unos
segundos, se oyó el fragor de una verdadera lucha. Después
pareció que alguien rechazaba violentamente a otro, y,
seguidamente, un hombre pálido como un muerto irrumpió en el
despacho.
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 429