CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 428

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -¿La incertidumbre? -le interrumpió Porfirio. -¡No me saque de quicio! ¡No se lo puedo permitir! ¡De ningún modo lo permitiré! ¿Lo ha oído? ¡De ningún modo! Y Raskolnikof dio un fuerte puñetazo en la mesa. -¡Silencio! Hable más bajo. Se lo digo en serio. Procure reprimirse. No estoy bromeando. Al decir esto Porfirio, su semblante había perdido su expresión de temor y de bondad. Ahora ordenaba francamente, severamente, con las cejas fruncidas y un gesto amenazador. Parecía haber terminado con las simples alusiones y los misterios y estar dispuesto a quitarse la careta. Pero esta actitud fue momentánea. Raskolnikof se sintió interesado al principio; después, de súbito, notó que la ira le dominaba. Sin embargo, aunque su exasperación había llegado al límite, obedeció -cosa extraña- la orden de bajar la voz. -No me dejaré torturar -murmuró en el mismo tono de antes. Pero advertía, con una mezcla de amargura y rencor, que no podía obrar de otro modo, y esta convicción aumentaba su cólera-. Deténgame -añadió-, regístreme si quiere; pero aténgase a las reglas y no juegue conmigo. ¡Se lo prohíbo! -Nada de reglas -respondió Porfirio, que seguía sonriendo burlonamente y miraba a Raskolnikof con cierto júbilo-. Le invité a venir a verme como amigo. -No quiero para nada su amistad, la desprecio. ¿Oye usted? Y ahora cojo mi gorra y me marcho. Veremos qué dice usted, si tiene intención de arrestarme. Cogió su gorra y se dirigió a la puerta. -¿No quiere ver la sorpresa que le he reservado?-le dijo Porfirio Petrovitch, con su irónica sonrisita y cogiéndole del brazo, cuando ya estaba ante la puerta. Parecía cada vez más alegre y burlón, y esto ponía a Raskolnikof fuera de sí. -¿Una sorpresa? ¿Qué sorpresa? -preguntó Rodia, fijando en el juez de instrucción una mirada llena de inquietud. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 427