Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
-¿Es que usted no lo ha leído nunca? -preguntó, mirándole de
reojo. Su voz era cada vez más fría y dura.
-Lo leí hace ya mucho tiempo, cuando era niño... Lee.
-¿Y no lo ha leído en la iglesia?
-Yo... yo no voy a la iglesia. ¿Y tú?
-Pues... no -balbuceó Sonia.
Raskolnikof sonrió.
-Se comprende. No asistirás mañana a los funerales de tu padre,
¿verdad?
-Sí que asistiré. Ya fui la semana pasada a la iglesia para una
misa de réquiem.
-¿Por quién?
-Por Lisbeth. La mataron a hachazos.
La tensión nerviosa de Raskolnikof iba en aumento. La cabeza
empezaba a darle gVV