CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 383

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski indudablemente se vendería. En cuanto a la capacidad de Rasumikhine, podéis estar tranquilas, pues conoce bien el negocio... Además, tenéis tiempo de sobra para estudiar el asunto. -¡Hurra! -gritó Rasumikhine-. Y ahora escuchen. En este mismo edificio hay un local independiente que pertenece al mismo propietario. Está amueblado, tiene tres habitaciones pequeñas y no es caro. Yo me encargaré de empeñarles el reloj mañana para que tengan dinero. Todo se arreglará. Lo importante es que puedan ustedes vivir los tres juntos. Así tendrán a Rodia cerca de ustedes... Pero oye, ¿adónde vas? -¿Por qué te marchas, Rodia? -preguntó Pulqueria Alejandrovna con evidente inquietud. ¡Y en este momento! -le reprochó Rasumikhine. Dunia miraba a su hermano con una sorpresa llena de desconfianza. Él, con la gorra en la mano, se disponía a marcharse. -¡Cualquiera diría que nos vamos a separar para siempre! -exclamó en un tono extraño-. No me enterréis tan pronto. Y sonrió, pero ¡qué sonrisa aquélla! -Sin embargo -dijo distraídamente-, ¡quién sabe si será la última vez que nos vemos! Había dicho esto contra su voluntad, como reflexionando en voz alta. -Pero ¿qué te pasa, Rodia? -preguntó ansiosamente su madre. -¿Dónde vas? -preguntó Dunia con voz extraña. -Me tengo que marchar -repuso. Su voz era vacilante, pero su pálido rostro expresaba una resolución irrevocable. -Yo quería deciros... --continuó-. He venido aquí para decirte, mamá, y a ti también, Dunia, que... debemos separarnos por algún tiempo... No me siento bien... Los nervios... Ya volveré... Más adelante..., cuando pueda. Pienso en vosotros y os quiero. StudioCreativo ¡Pu &