CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 382

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski y, con ella, los tres rublos de anticipo que le correspondían. Raskolnikof no se había dejado engañar. -¿Por qué despreciar un buen negocio -exclamó Rasumikhine con creciente entusiasmo-, teniendo el elemento principal para ponerlo en práctica, es decir, el dinero? Sin duda tendremos que trabajar de firme, pero trabajaremos. Trabajará usted Avdotia Romanovna; trabajará su hermano y trabajaré yo. Hay libros que pueden producir buenas ganancias. Nosotros tenemos la ventaja de que sabemos lo que se debe traducir. Seremos traductores, editores y aprendices a la vez. Yo puedo ser útil a la sociedad porque tengo experiencia en cuestiones de libros. Hace dos años que ruedo por las editoriales, y conozco lo esencial del negocio. No es nada del otro mundo, créanme. ¿Por qué no aprovechar esta ocasión? Yo podría indicar a los editores dos o tres libros extranjeros que producirían cien rublos cada uno, y sé de otro cuyo título no daría por menos de quinientos rublos. A lo mejor aún vacilarían esos imbéciles. Respecto a la parte administrativa del negocio (papel, impresión, venta...), déjenla en mi mano, pues es cosa que conozco bien. Empezaremos por poco e iremos ampliando el negocio gradualmente. Desde luego, ganaremos lo suficiente para vivir. Los ojos de Dunia brillaban. -Su proposición me parece muy bien, Dmitri Prokofitch. -Yo, como es natural -dijo Pulqueria Alejandrovna-, no entiendo nada de eso. Tal vez sea un buen negocio. Lo cierto es que el asunto me sorprende por lo inesperado. Respecto a nuestra marcha, sólo puedo decirle que nos vemos obligadas a permanecer aquí algún tiempo. Y al decir esto último dirigió una mirada a Rodia. -¿Tú qué opinas? -preguntó Dunia a su hermano. -A mí me parece una excelente idea. Naturalmente, no puede improvisarse un gran negocio editorial, pero sí publicar algunos volúmenes de éxito seguro. Yo conozco una obra que StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 381 Comentario [L41]: Dostoiewski abrigó los mismos sueños que este personaje. Durante toda su vida se vio hostigado por los editores, que le exigían la terminación de sus trabajos en el plazo convenido. Ademas, cedió al editor Stellovski por una pequeña cantidad el derecho a publicar sus obras completas. De aquí que siempre acariciara es deseo de editar sus propias obras. Este sueño no pudo realizarlo Dostoiewski, pero su esposa, Anna Grigorievna, al enviudar, logró lo que nohabía logrado su marido, pues editó por su cuenta Los endemoniados y als producciones siguientes. Además, reeditó todas las obras del gran novelista. Por lo tanto, no cabe duda de que Dostoiewski, al hacer hablar a Rasumikhine, pensaba en sí mismo.