Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
Un cuarto de hora después se había entablado una animada
conversación. Incluso Raskolnikof, aunque sin abrir la boca,
escuchaba con atención lo que decía Rasumikhine, que era el que
llevaba la voz cantante.
-¿Por qué han de regresar ustedes al pueblo? -exclamó el
estudiante, dejándose llevar de buen grado del entusiasmo que se
había apoderado de él-. ¿Qué harán ustedes en ese villorrio?
Deben ustedes permanecer aquí todos juntos, pues son
indispensables el uno al otro, no me lo negarán. Por lo menos,
deben quedarse aquí una temporada. En lo que a mí concierne,
acépteme como amigo y como socio y les aseguro que
montaremos un negocio exce