Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
que te lo explicara todo, no me pareció conveniente hacerlo. Si te
hubiese contado la verdad, lo habrías dejado todo para venir,
aunque hubieras tenido que hacer el mismo camino a pie, pues
conozco tu carácter y tus sentimientos y sé que no habrías
consentido que insultaran a tu hermana.
»Yo estaba desesperada, pero ¿qué podía hacer? Por otra parte,
yo no sabía toda la verdad. El mal estaba en que Dunetchka, al
entrar el año pasado en casa de los Svidrigailof como institutriz,
había pedido por adelantado la importante cantidad de cien
rublos, comprometiéndose a devolverlos con sus honorarios. Por
lo tanto, no podía dejar la plaza hasta haber saldado la deuda.
Dunia (ahora ya puedo explicártelo todo, mi querido Rodia) había
pedido esta suma especialmente para poder enviarte los sesenta
rublos que entonces necesitabas con tanta urgencia y que,
efectivamente, te mandamos el año pasado. Entonces te
engañamos diciéndote que el dinero lo tenía ahorrado Dunia. No
era verdad; la verdad es la que te voy a contar ahora, en primer
lugar porque nuestra suerte ha cambiado de pronto por la
voluntad de Dios, y también porque así tendrás una prueba de lo
mucho que te quiere tu hermana y de la grandeza de su corazón.
»El señor Svidrigailof empezó por mostrarse grosero con ella,
dirigiéndole toda clase de burlas y expresiones molestas, sobre
todo cuando estaban en la mesa... Pero no quiero extenderme
sobre estos desagradables detalles: no conseguiría otra cosa que
irritarte inútilmente, ahora que ya ha pasado todo.
»En resumidas cuentas, que la vida de Dunetchka era un
martirio, a pesar de que recibía un trato amable y bondadoso de
Marfa Petrovna, la esposa del señor Svidrigailof, y de todas las
personas de la casa. La situación de Dunia era aún más penosa
cuando el señor Svidrigailof bebía más de la cuenta, cediendo a
los hábitos adquiridos en el ejército.
»Y esto fue poco comparado con lo que al fin supimos. Figúrate
que Svi drigailof, el muy insensato, sentía desde hacía tiempo por
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