CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 375

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski cometido la equivocación de aceptar una proposición que no ha resultado nada decorosa. De ningún modo debí... -No obstante, Pulqueria Alejandrovna -exclamó Lujine, exasperado-, usted me ató con una promesa que ahora retira. Y, además..., además, nuestro compromiso me ha obligado a..., en fin, a hacer ciertos gastos. Esta última queja era tan propia del carácter de Lujine, que Raskolnikof, pese a la cólera que le dominaba, no pudo contenerse y se echó a reír. En cambio, a Pulqueria Alejandrovna la hirió profundamente el reproche de Lujine. -¿Gastos? ¿Qué gastos? ¿Se refiere usted, quizás, a la maleta que se encargó de enviar aquí? ¡Pero si consiguió usted que la transportaran gratuitamente! ¡Señor! ¡Pretender que nosotras le hemos atado! Mida bien sus palabras, Piotr Petrovitch. ¡Es usted el que nos ha tenido a su merced, atadas de pies y manos! -Basta, mamá, basta -dijo Dunia en tono suplicante-. Piotr Petrovitch, tenga la bondad de marcharse. -Ya me voy -repuso Lujine, ciego de cólera-. Pero permítame unas palabras, las últimas. Su madre parece haber olvidado que yo pedí la mano de usted cuando era el blanco de las murmuraciones de toda la comarca. Por usted desafié a la opinión pública y conseguí restablecer su reputación. Esto me hizo creer que podía contar con su agradecimiento. W&