Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
nosotros. Usted ha dicho que él o yo, y con esto me demuestra
que soy muy poco para usted... Esto es inadmisible para mí, dado
el género de nuestras relaciones y el compromiso que nos une.
-¡Cómo! -exclamó Dunia enérgicamente-. ¡Comparo mi interés
por usted con lo que hasta ahora más he querido en mi vida, y
considera usted que no le estimo lo suficiente!
Raskolnikof 'tuvo una cáustica sonrisa. Rasumikhine estaba fuera
de sí. Pero Piotr Petrovitch no parecía impresionado por el
argumento: cada vez estaba más sofocado e intratable.
-El amor por el futuro compañero de toda la vida debe estar por
encima del amor fraternal -repuso sentenciosamente-. No puedo
admitir de ningún modo que se me coloque en el mismo plano...
Aunque hace un momento me he negado a franquearme en
presencia de su hermano acerca del objeto de mi visita, deseo
dirigirme a su respetable madre para aclarar un punto de gran
importancia y que yo considero especialmente ofensivo para mí...
Su hijo -añadió dirigiéndose a Pulqueria Alejandrovna-, ayer, en
presencia del señor Razudkine... Perdone si no es éste su nombre
-dijo, inclinándose amablemente ante Rasumikhine-, pues no lo
recuerdo bien... Su hijo -repitió volviendo a dirigirse a Pulqueria
Alejandrovna- me ofendió desnaturalizando un pensamiento que
expuse a usted y a su hija aquel día que tomé café con ustedes.
Yo dije que, a mi juicio, una joven pobre y que tiene experiencia
en la desgracia ofrece a su marido más garantía de felicidad que
una muchacha que sólo ha conocido la vida fácil y cómoda. Su hijo
ha exagerado deliberadamente y desnaturalizado hasta lo absurdo
el sentido de mis palabras, atribuyéndome intenciones odiosas.
Para ello se funda exclusivamente en las explicaciones que usted
le ha dado por carta. Por esta razón, Pulqueria Alejandrovna, yo
desearía que usted me tranquilizara demostrándome que estoy
equivocado. Dígame, ¿en qué términos transmitió usted mi
pensamiento a Rodion Romanovitch?
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 370