CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 368

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -Hace un rato ha estado en mi casa -dijo de súbito Raskolnikof, hablando por primera vez. Todos se volvieron a mirarle, lanzando exclamaciones de sorpresa. Incluso Piotr Petrovitch dio muestras de emoción. -Hace cosa de hora y media -continuó Raskolnikof-, cuando yo estaba durmiendo, ha entrado, me ha despertado y ha hecho su propia presentación. Se ha mostrado muy simpático y alegre. Confía en que llegaremos a ser buenos amigos. Entre otras cosas, me ha dicho que desea tener contigo una entrevista, Dunia, y me ha rogado que le ayude a obtenerla. Quiere hacerte una proposición y me ha explicado en qué consiste. Además, me ha asegurado formalmente que Marfa Petrovna, ocho días antes de morir, te legó tres mil rublos y que muy pronto recibirás esta suma. -¡Dios sea loado! -exclamó Pulqueria Alejandrovna, santiguándose-. ¡Reza por ella, Dunia, reza por ella! -Eso es cierto -no pudo menos de reconocer Lujine. -Bueno, ¿y qué más? -preguntó vivamente Dunetchka. -Después me ha dicho que no es rico, pues la hacienda pasa a poder de los hijos, que se han ido a vivir con su tía. También me ha hecho saber que se hospeda cerca de mi casa. Pero no sé dónde, porque no se lo he preguntado. -Pero ¿qué proposición quiere hacer a Dunetchka? -preguntó, inquieta, Pulqueria Alejandrovna-. ¿Te lo ha explicado? -Ya os he dicho que sí. -Bien, ¿qué quiere proponerle? -Ya hablaremos de eso después. Y Raskolnikof empezó a beberse en silencio su taza de té. Piotr Petrovitch sacó el reloj y miró la hora. -Un asunto urgente me obliga a dejarles -dijo, y añadió, visiblemente resentido y levantándose-: Así podrán ustedes conversar más libremente. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 367