Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
estación que antes le dije y me dirigí a la cantina. Había dormido
mal y tenía el cuerpo dolorido y los ojos hinchados. Pedí café. De
pronto, ¿sabe usted lo que vi? A Marfa Petrovna, que se sentó a
mi lado con un juego de cartas en la mano. «¿Quieres que te
prediga, Arcadio Ivanovitch -me preguntó-, cómo transcurrirá tu
viaje?» Debo decirle que era una maestra en el arte de echar las
cartas... Nunca me perdonaré haberme negado. Eché a correr,
presa de pánico. Bien es verdad que la campana que llama a los
viajeros al tren estaba ya sonando... Y hoy, cuando me hallaba en
mi habitación, luchando por digerir la detestable comida de figón
que acababa de echar a mi cuerpo, con un cigarro en la boca, ha
entrado Marfa Petrovna, esta vez elegantemente ataviada con un
flamante vestido verde de larga cola.
»-Buenos días, Arcadio Ivanovitch. ¿Qué te parece mi vestido?
Aniska no habría sido capaz de hacer una cosa igual.
»Aniska es una costurera de nuestra casa, que primero había
sido sierva y que había hecho sus estudios en Moscú... Una bonita
muchacha.
»Marfa Petrovna no cesa de dar vueltas ante mí. Yo contemplo el
vestido, después la miro á ella a la cara, atentamente.
»-¿Qué necesidad tienes de venir a consultarme estas bagatelas,
Marfa Petrovna?
»-¿Es que te molesta hasta que venga a verte?
»-Oye, Marfa Petrovna -le digo para mortificarla-, voy , a volver
a casarme.
»-Eso es muy propio de ti -me responde-. Pero no te hace ningún
favor casarte cuando todavía está tan reciente la muerte de tu
mujer. Aunque tu elección fuera acertada, sólo conseguirías
atraerte las críticas de las personas respetables.
»Dicho esto, se ha marchado, y a mí me ha parecido oír el frufrú
de su cola. ¡Qué cosas tan absurdas!, ¿verdad?
-¿No me estará usted contando una serie de mentiras? -preguntó
Raskolnikof.
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 352