CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 35

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -El panecillo blanco te lo traeré en seguida pero el salchichón... ¿No prefieres un plato de chtchis? Es de ayer y está riquísimo. Te lo guardé, pero viniste demasiado tarde. Palabra que está muy bueno. Cuando trajo la sopa y Raskolnikof se puso a comer, Nastasia se sentó a su lado, en el diván, y empezó a charlar. Era una campesina que hablaba por los codos y que había llegado a la capital directamente de su aldea. -Praskovia Pavlovna quiere denunciarte a la policía -dijo. El frunció las cejas. -¿A la policía? ¿Por qué? -Porque ni le pagas ni lo vas a hacer: la cosa no puede estar más clara. -Es lo único que me faltaba -murmuró el joven, apretando los dientes-. En estos momentos, esa denuncia sería un trastorno para mí. ¡Esa mujer es tonta! -añadió en voz alta-. Hoy iré a hablar con ella. -Desde luego, es tonta. Tanto como yo. Pero tú, que eres inteligente, ¿por qué te pasas el día echado así como un saco? Y no se sabe ni siquiera qué color tiene el dinero. Dices que antes dabas lecciones a los niños. ¿Por qué ahora no haces nada? -Hago algo -replicó Raskolnikof secamente, como hablando a la fuerza. -¿Qué es lo que haces? -Un trabajo. -¿Qué trabajo? -Medito -respondió el joven gravemente, tras un silencio. Nastasia empezó a retorcerse. Era un temperamento alegre y, cuando la hacían reír, se retorcía en silencio, mientras todo su cuerpo era sacudido por las mudas carcajadas. -¿Has ganado mucho con tus meditaciones? -preguntó cuando al fin pudo hablar. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 34 Comentario [L9]: Sopa de coles, plato corriente en Rusia.