Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
ideas más avanzadas puede responder de sus actos. Nadie ha
examinado la cuestión en este aspecto, pero estoy seguro de que
ello es un error, pues mi punto de vista es perfectamente
humano.
Al pronunciar estas palabras, Svidrigailof volvió a echarse a reír.
Raskolnikof comprendió que aquel hombre obraba con arreglo a
un plan bien elaborado y que era un perillán de clase fina.
-Debe usted de llevar varios días sin hablar con nadie, ¿verdad?
-preguntó el joven.
-Algo de eso hay. Pero dígame: ¿no le extraña a usted mi buen
carácter?
-No, de lo que estoy asombrado es de que tenga usted
demasiado buen carácter.
-Usted dice eso porque no me he dado por ofendido ante el tono
grosero de sus preguntas, ¿no es verdad? Sí, no me cabe duda.
Pero ¿por qué tenía que enfadarme? Usted me ha preguntado
francamente, y yo le he respondido con franqueza -su acento
rebosaba comprensión y simpatía-. Ahora -continuó, pensativonada me preocupa, porque ahora no hago absolutamente nada...
Por lo demás, usted puede suponer que estoy tratando de
ganarme su simpatía con miras interesadas, ya que mi mayor
deseo es ver a su hermana, como le he confesado. Pero créame si
le digo que estoy verdaderamente aburrido, sobre todo después
de mi inactividad de estos tres últimos días. Por eso me he
alegrado tanto de verle... No se enfade, Rod