CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 338

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski prueba que va creciendo hasta alcanzar dimensiones gigantescas.» Con profundo pesar, notó que las fuerzas le abandonaban, que una extrema debilidad le invadía. «Debí suponerlo -se dijo con amarga ironía-. No sé cómo me atreví a hacerlo. Yo me conocía, yo sabía de lo que era capaz. Sin embargo, empuñé el hacha y derramé sangre... Debí preverlo todo... Pero ¿acaso no lo había previsto?» Se dijo esto último con verdadera desesperación. Después le asaltó un nuevo pensamiento. «No, esos hombres están hechos de otro modo. Un auténtico conquistador, uno de esos hombres a los que todo se les permite, cañonea Tolón, organiza matanzas en París, olvida su ejército en Egipto, pierde medio millón de hombres en la campaña de Rusia, se salva en Vilna por verdadera casualidad, por una equivocación, y, sin embargo, después de su muerte se le levantan estatuas. Esto prueba que, en efecto, todo se les permite. Pero esos hombres están hechos de bronce, no de carne.» De pronto tuvo un pensamiento que le pareció divertido. «Napoleón, las Pirámides, Waterloo por un lado, y por otro una vieja y enjuta usurera que tiene debajo de la cama un arca forrada de tafilete rojo... ¿Cómo admitir que puede haber una semejanza entre ambas cosas? ¿Cómo podría admitirlo un Porfirio Petrovitch, por ejemplo? Completamente imposible: sus sentimientos estéticos se oponen a ello... ¡Un Napoleón introducirse debajo de la cama de una vieja...! ¡Inconcebible!» De vez en cuando experimentaba una exaltación febril y creía desvariar. «La vieja no significa nada -se dijo fogosamente-. Esto tal vez sea un error, pero no se trata de ella. La vieja ha sido sólo un accidente. Yo quería salvar el escollo rápidamente, de un salto. No he matado a un ser humano, sino un principio. Y el principio lo he matado, pero el salto no lo he sabido dar. Me he quedado a la StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 337