CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 327

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -Enfádese conmigo, insúlteme si quiere, pero no puedo remediarlo: tengo que hacerle otra pregunta..., aunque reconozco que estoy abusando de su paciencia. Quisiera exponerle cierta idea que se me acaba de ocurrir y que temo olvidar... -Bien, usted dirá -dijo Raskolnikof, de pie, pálido y serio, frente al juez de instrucción. -Pues se trata... No sé cómo explicarme... Es una idea tan extraña... De tipo psicológico, ¿sabe...? Verá. Yo creo que cuando estaba usted escribiendo su artículo tenía forzosamente que considerarse, por lo menos en cierto modo, como uno de esos hombres extraordinarios destinados a decir «palabras nuevas», en el sentido que usted ha dado a esta expresión... ¿No es así? -Es muy posible -repuso desdeñosamente Raskolnikof. Rasumikhine hizo un movimiento. -En ese caso, ¿sería usted capaz de decidirse, para salir de una situación económica apurada o para hacer un servicio a la humanidad, a dar el paso..., en fin, a matar para robar? Y guiñó el ojo izquierdo, mientras sonreía en silencio, exactamente igual que antes. -Si estuviera decidido a dar un paso así, tenga la seguridad de que no se lo diría a usted -repuso Raskolnikof con retadora arrogancia. -Mi pregunta ha obedecido a una curiosidad puramente literaria. La he hecho con el único fin de comprender mejor el fondo de su artículo. «¡Qué celada tan buena! -pensó Raskolnikof, asqueado-. La malicia está cosida con hilo blanco.» -Permítame aclararle -dijo secamente- que yo no me he creído jamás un Mahoma ni un Napoleón, ni ningún otro personaje de este género, y que, en consecuencia, no puedo decirle lo que haría en el caso contrario. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 326