Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
sentó él en el extremo opuesto al ocupado por Raskolnikof y le
miró fijamente, en espera de que le expusiera la anunciada
cuestión. Le miraba con esa atención tensa y esa gravedad
extremada que pueden turbar a un hombre, especialmente
cuando ese hombre es casi un desconocido y sabe que el asunto
que ha de tratar está muy lejos de merecer la atención exagerada
y aparatosa que se le presta. Sin embargo, Raskolnikof le puso al
corriente del asunto con pocas y precisas palabras. Luego,
satisfecho de si mismo, halló la serenidad necesaria para observar
atentamente a su interlocutor. Porfirio Petrovitch no apartó de él
los ojos en ningún mom V