Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
dice una cosa muy distinta de la que iba a decir. Ansiaba mirar
aquellos ojos tranquilos y puros, pero no se atrevía.
-Ayer dio usted su dirección a Poletchka.
-¿Poletchka? ¡Ah, sí; su hermanita! ¿Dice usted que le di mi
dirección?
-Sí, ¿no se acuerda?
-Sí, sí; ya recuerdo.
-Yo había oído ya hablar de usted al difunto, pero no sabía su
nombre. Creo que incluso mi padre lo ignoraba. Pero ayer lo supe,
y hoy, al venir aquí, he podido preguntar por «el señor
Raskolnikof». Yo no sabía que también usted vivía en una pensión.
Adiós. Ya diré a Catalina Ivanovna...
Se sintió feliz al poderse marchar y se alejó a paso ligero y con la
cabeza baja. Anhelaba llegar a la primera travesía para quedar al
fin sola, libre de la mirada de los dos jóvenes, y poder reflexionar,
avanzando lentament