CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 297

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Pulqueria Alejandrovna se contuvo y en este punto terminó la conversación. -Ven; tenemos que hablar -dijo Raskolnikof a Rasumikhine, llevándoselo junto a la ventana. -Ya diré a Catalina Ivanovna que vendrá usted a los funerales -dijo Sonia precipitadamente y disponiéndose a marcharse. -Un momento, Sonia Simonovna. No se trata de ningún secreto; de modo que usted no nos molesta lo más mínimo... Todavía tengo algo que decirle. Se volvió de nuevo hacia Rasumikhine y continuó: -Quiero hablarte de ése..., ¿cómo se llama...? ¡Ah, sí! Porfirio Petrovitch... Tú le conoces, ¿verdad? -¿Cómo no lo he de conocer si somos parientes? Bueno, ¿de qué se trata? -preguntó con viva curiosidad. -Creo que es él el que instruye el sumario de... de ese asesinato que comentabais ayer. ¿No? -Sí, ¿y qué? -preguntó Rasumikhine, abriendo exageradamente los ojos. -Tengo entendido que ha interrogado a todos los que tenían algún objeto empeñado en casa de la vieja. Yo también tenía algo empeñado..., muy poca cosa..., una sortija que me dio mi hermana cuando me vine a Petersburgo, y el reloj de plata de mi padre. Las dos cosas juntas sólo valen cinco o seis rublos, pero como recuerdos tienen un gran valor para mí. ¿Qué te parece que haga? No quisiera perder esos objetos, especialmente el reloj de mi padre. Hace un momento, temblaba al pensar que mi madre podía decirme que quería verlo, sobre todo cuando estábamos hablando del reloj de Dunetchka. Es el único objeto que nos queda de mi padre. Si lo perdiéramos, a mi madre le costaría una enfermedad. Ya Sabes cómo son las mujeres. Dime, ¿qué debo hacer? Ya sé que hay que ir a la comisaría para prestar declaración. Pero si pudiera hablar directamente con Porfirio... StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 296