Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
dominio público» (yo la vi ayer por primera vez en mi vida), sino a
la viuda en persona. En todo esto yo no veo sino el deseo de
envilecerme a vuestros ojos a indisponerme con vosotras. Este
pasaje está escrito también en lenguaje jurídico, por lo que revela
claramente el fin perseguido y una avidez bastante cándida. Es un
hombre inteligente, pero no basta ser inteligente para conducirse
con prudencia... La verdad, no creo que ese hombre sepa apreciar
tus prendas. Y conste que lo digo por tu bien, que deseo con toda
sinceridad.
Dunetchka nada repuso. Ya había tomado su decisión: esperaría
que llegase la noche.
-¿Qué piensas hacer, Rodia? -preguntó Pulqueria Alejandrovna,
inquieta ante el tono reposado y grave que había adoptado su
hijo.
-¿A qué te refieres?
-Ya has visto que Piotr Petrovitch dice que no quiere verte en
nuestra casa esta noche, y que se marchará si... si lo encuentra
allí. ¿Qué harás, Rodia: vendrás o no?
-Eso no soy yo el que tiene que decirlo, sino vosotras. Lo primero
que debéis hacer es preguntaros si esa exigencia de Piotr
Petrovitch no os parece insultante. Sobre todo, es Dunia la que
habrá de decidir si se siente o no ofendida. Yo -terminó
secamente- haré lo que vosotras me digáis.
-Dunetchka ha resuelto ya la cuestión, y yo soy enteramente de
su parecer -respondió al punto Pulqueria Alejandrovna.
-Lo que he decidido, Rodia, es rogarte encarecidamente que
asistas a la entrevista de esta noche -dijo Dunia-. ¿Vendrás?
-Iré.
-También a usted le ruego que venga -añadió Dunetchka
dirigiéndose a Rasumikhine-. ¿Has oído, mamá? He invitado a
Dmitri Prokofitch.
-Me parece muy bien. Que todo se haga de acuerdo con tus
deseos. Celebro tu resolución, porque detesto la ficción y la
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 288