CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Página 284
Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
además, muy pobre. También era muy piadosa: soñaba con la
vida conventual. Un día, incluso se echó a llorar al hablarme de
esto... Sí, sí; lo recuerdo, lo recuerdo perfectamente... Era fea...
En realidad, no sé qué atractivo veía en ella... Yo creo que si
hubiese sido jorobada o coja, la habría querido todavía más.
Quedó pensativo, sonriendo, y terminó:
-Aquello no tuvo importancia: fue una locura pasajera...
-No, no fue simplemente una locura pasajera -dijo Dunetchka,
convencida.
Raskolnikof miró a su hermana atentamente, como si no hubiese
comprendido sus palabras. Acaso ni siquiera las había oído. Luego
se levantó, todavía absorto, fue a abrazar a su madre y volvió a
su sitio.
-¿La amas aún? -preguntó Pulqueria Alejandrovna, enternecida.
-¿A ella? ¿Ahora...? Sí... Pero... No, no. Me parece que todo eso
pasó en otro mundo... ¡Hace ya tanto tiempo que ocurrió.