CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 280

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Se hizo el silencio. Toda esta conversación, con sus pausas, el perdón concedido y la reconciliación, se había desarrollado en una atmósfera no desprovista de violencia, y todos se habían dado cuenta de ello. «Se diría que me temen», pensó Raskolnikof mirando furtivamente a su madre y a su hermana. Efectivamente, Pulqueria Alejandrovna parecía sentirse más y más atemorizada a medida que se prolongaba el silencio. «¡Tanto como creía amarlas desde lejos!», pensó Raskolnikof repentinamente. -¿Sabes que Marfa Petrovna ha muerto, Rodia? -preguntó de pronto Pulqueria Alejandrovna. -¿Qué Marfa Petrovna? -¿Es posible que no lo sepas? Marfa Petrovna Svidrigailova. ¡Tanto como te he hablado de ella en mis cartas! ¡Ah, sí! Ahora me acuerdo -dijo como si despertara de un sueño-. ¿De modo que ha muerto? ¿Cómo? Esta muestra de curiosidad alentó a Pulqueria Alejandrovna, que respondió vivamente: -Fue una muerte repentina. La desgracia ocurrió el mismo día en que te envié mi última carta. Su marido, ese monstruo, ha sido sin duda el culpable. Dicen que le dio una tremenda paliza. -¿Eran frecuentes esas escenas entre ellos? -preguntó Raskolnikof dirigiéndose a su hermana. -No, al contrario: él se mostraba paciente, e incluso amable con ella. En algunos casos era hasta demasiado indulgente. Así vivieron durante siete años. Hasta que un día, de pronto, perdió la paciencia. -O sea que ese hombre no era tan terrible. De serlo, no habría podido comportarse con tanta prudencia durante siete años. Me parece, Dunetchka, que tú piensas así y lo disculpas. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 279