Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
-¿Manchas de sangre? -preguntó Pulqueria Alejandrovna,
aterrada.
-No tiene importancia, mamá; no te alarmes. Ayer, cuando salí
de aquí delirando, me encontré de pronto ante un hombre que
acababa de ser víctima de un atropello... Un funcionario. Por eso
mis ropas estaban manchadas de sangre.
-¿Cuando estabas delirando? -dijo Rasumikhine-. Pues te
acuerdas de todo.
-Es cierto -convino Raskolnikof, presa de una singular
preocupación-. Me acuerdo de todo, y c