CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 267

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski de salud, mi muerte, nuestra miseria, en fin? No, él habría pasado sobre todos los obstáculos con la mayor tranquilidad del mundo. -Él no me ha dicho ni una sola palabra sobre este asunto -dijo prudentemente Rasumikhine-, pero yo he sabido algo por la viuda de Zarnitzine, la cual por cierto no es nada habladora. Y lo que esa señora me ha dicho es bastante extraño. -¿Qué le ha dicho? -preguntaron las dos mujeres a la vez. -¡Oh! Nada de particular. Lo que he sabido es que ese matrimonio, que estaba irrevocablemente decidido y que sólo la muerte de la prometida pudo impedir, no era del agrado de la señora Zarnitzine... Supe, además, que la novia era una mujer fea y enfermiza..., una joven extraña, aunque dotada de ciertas prendas. Sin duda, las debía de poseer, pues, de otro modo, no se habría comprendido que Rodia... Además, la muchacha no tenía dote... Sin embargo, él no se habría casado por interés... Es muy difícil formular un juicio. -Estoy segura de que esa joven tenía alguna cualidad -observó lacónicamente Avdotia Romanovna. -Que Dios me perdone, pero me alegré de su muerte, pues no sé para cuál de los dos habría sido más funesto ese matrimonio -dijo Pulqueria Alejandrovna. Acto seguido, tímidamente, con visibles vacilaciones y dirigiendo furtivas miradas a Dunia, que no ocultaba su descontento, empezó a interrogar al joven sobre la escena que se había desarrollado el día anterior entre Rodia y Lujine. Este incidente parecía causarle profunda inquietud, e incluso verdadero terror. Rasumikhine refirió detalladamente la disputa, añadiendo sus propios comentarios. Acusó sin rodeos a Raskolnikof de haber insultado a Piotr Petrovitch deliberadamente y no mencionó el detalle de que la enfermedad que padecía su amigo podía disculpar su conducta. -Había planeado todo esto antes de su enfermedad --concluyó. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 266