CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 268

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -Yo pienso como usted -dijo Pulqueria Alejandrovna, desesperada. Pero, al mismo tiempo, estaba profundamente sorprendida al ver que aquella mañana Rasumikhine hablaba de Piotr Petrovitch con la mayor moderación e incluso con cierto respeto. Avdotia Romanovna parecía no menos asombrada por este hecho. Pulqueria Alejandrovna no pudo contenerse. -Así, ¿es ésa su opinión sobre Piotr Petrovitch? -No puedo tener otra del futuro esposo de su hija -respondió Rasumikhine con calurosa firmeza-. Y no lo digo por pura cortesía sino porque... porque la mejor recomendación para ese hombre es que Avdotia Romanovna lo haya elegido por esposo... Si ayer llegué a injuriarle fue porque estaba ignominiosamente embriagado... y como loco; sí, como loco, completamente fuera de mí... Y hoy me siento profundamente avergonzado. Enrojeció y se detuvo. Avdotia Romanovna se ruborizó también, pero no dijo nada. No había pronunciado una sola palabra desde que había empezado a oír hablar de Lujine. Pero Pulqueria Alejandrovna se sentía un tanto desconcertada al faltarle la ayuda de su hija. Finalmente, manifestó, vacilando y dirigiendo continuas miradas a la joven, que había ocurrido algo que la trastornaba profundamente. -Verá usted, Dmitri Prokofitch -comenzó a decir. Pero se detuvo y preguntó a su hija-: Debo hablar con toda franqueza a Dmitri Prokofitch, ¿verdad, Dunetchka? -Desde luego, mamá -respondió sin vacilar Avdotia Romanovna. -Pues es el caso... -continuó inmediatamente Pulqueria Alejandrovna, como si le hubiesen quitado una montaña de encima al autorizarla a participar su dolor-. En las primeras horas de esta mañana hemos recibido un carta de Piotr Petrovitch, en respuesta a la que le enviamos nosotras ayer anunciándole nuestra llegada. Él nos había prometido acudir a la estación a recibirnos, pero no le fue posible y nos envió a una especie de StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 267