Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
comino... Haré cuanto esté en mi mano para mostrarme tan
grosero y desagradable como me sea posible, y no me importa lo
que puedan pensar.» _
En esto apareció Zosimof. Había pasado la noche en el salón de
Praskovia Pavlovna y se disponía a volver a su casa. Rasumikhine
le dijo que Raskolnikof dormía a pierna suelta. Zosimof dispuso
que no se le despertara y prometió volver a las once.
-Pero veremos si lo encuentro aquí -añadió-. ¡Demonio de
hombre! ¡Un paciente que no obedece al médico! ¡Estudie usted
una carrera para esto! ¿Sabes si irá a ver a su madre y a su
hermana, o si ellas vendrán aquí?
-Creo que vendrán ellas -repuso Rasumikhine, que había
comprendido la finalidad de la pregunta-. Sin duda, tendrán que
hablar de asuntos de familia. Por lo cual, me marcharé. Tú, como
eres el médico, tienes más derechos que yo.
-Yo soy el médico, pero no el confesor. Vendré sólo un momento.
No puedo dedicarme exclusivamente a ellas: tengo mucho
trabajo.
-Estoy preocupado por una cosa -dijo Rasumikhine pensativo y
con cara sombría-. Ayer, como estaba bebido, no pude poner
freno a mi lengua y dije mil estupideces. Una de ellas fue que tú
temías que los síntomas que Rodion presentaba fueran un anuncio
de... demencia. Así se lo manifesté al mismo Rodia.
-Y también a su hermana y a su madre, ¿no?
-Sí... Yo sé que esto fue una idiotez y que merecería que me
abofetearan. Pero, entre nosotros, ¿has pensado en ello
seriamente?
-¡Seriamente... seriamente...! Tú mismo me lo describiste como
un maniático cuando me trajiste a su casa... Y ayer lo
trastornamos con nuestra conversación sobre el pintor de
paredes. ¡Buen tema para tratarlo con un hombre cuya locura
puede haber sido provocada por este suceso...! Si hubiese sabido
exactamente lo que había pasado en la comisaría, si hubiese
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