CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 239

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -Tanto como loco, no... Yo creo, querido, que he hablado demasiado... A él le llamó la atención que a ti sólo te interesara este asunto... Ahora ya comprende la razón de este interés... porque conoce las circunstancias... y el motivo de que entonces te irritara. Y ello, unido a ese principio de enfermedad... Estoy un poco borracho, querido, pero el diablo sabe que a Zosimof le ronda una idea por la cabeza... Te repito que sólo piensa en enfermedades mentales... Tú no debes hacerle caso. Los dos permanecieron en silencio durante unos segundos. -Óyeme, Rasumikhine -dijo Raskolnikof-: quiero hablarte francamente. Vengo de casa de un difunto, que era funcionario... He dado a la familia todo mi dinero. Además, me ha besado una criatura de un modo que, aunque verdaderamente hubiera matado yo a alguien... Y también he visto a otra criatura que llevaba una pluma de un rojo de fuego... Pero estoy divagando... Me siento muy débil... Sostenme... Ya llegamos. -¿Qué te pasa? ¿Qué tienes? -preguntó Rasumikhine, inquieto. -La cabeza se me va un poco, pero no se trata de esto. Es que me siento triste, muy triste..., sí, como una damisela... ¡Mira! ¿Qué es eso? ¡Mira, mira...! -¿Adónde? -Pero ¿no lo ves? ¡Hay luz en mi habitación! ¿No la ves por la rendija? Estaban en el penúltimo tramo, ante la puerta de la patrona, y desde allí se podía ver, en efecto, que en la habitación de Raskolnikof había luz. . -¡Qué raro! ¿Será Nastasia?-dijo Rasumikhine. -Nunca sube a mi habitación a estas horas. Seguro que hace ya un buen rato que está durmiendo... Pero no me importa lo más mínimo. Adiós; buenas noches. -¿Cómo se te ha ocurrido que pueda dejarte? Te acompañaré hasta tu habitación. Entraremos juntos. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 238