Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
-Todo. Y ha hecho bien. Esto me ha aclarado muchas cosas. Y a
Zamiotof también... Sí, Rodia..., el caso es... Hay que reconocer
que estoy un poco chispa..., ¡pero no importa...! El caso es que...
Tenían cierta sospecha, ¿comprendes...?, y ninguno de ellos se
atrevía a expresarla, ¿comprendes...?, porque era demasiado
absurda... Y cuando han detenido a ese pintor de paredes, todo se
ha disipado definitivamente. ¿Por qué serán tan estúpidos...? Por
poco le pego a Zamiotof aquel día... Pero que quede esto entre
nosotros, querido; no dejes ni siquiera entrever que sabes nada
del incidente. He observado que es muy susceptible. La cosa
ocurrió en casa de Luisa... Pero hoy..., hoy todo está aclarado. El
principal responsable de este absurdo fue Ilia Petrovitch, que no
hacía más que hablar de tu desmayo en la comisaría. Pero ahora
está avergonzado de su suposición, pues yo sé que...
Raskolnikof escuchaba con avidez. Rasumikhine hablaba más de
lo prudente bajo la influencia del alcohol.
-Yo me desmayé -dijo Raskolnikof- porque no pude resistir el
calor asfixiante que hacía allí, ni el olor a pintura.
-No hace falta buscar explicaciones. ¡Qué importa el olor a
pintura! Tú llevabas enfermo todo un mes; Zosimof así lo afirma...
¡Ah! No puedes imaginarte la confusión de ese bobo de Zamiotof.
Yo no valgo -ha dicho- ni el dedo meñique de ese hombre.» Es
decir, del tuyo. Ya sabes, querido, que él da a veces pruebas de
buenos sentimientos. La lección que ha recibido hoy en el Palacio
de Cristal ha sido el colmo de la maestría. Tú has empezado por
atemorizarlo, pero atemorizarlo hasta producirle escalofríos. Le
has llevado casi a admitir de nuevo esa monstruosa estupidez, y
luego, de pronto, le has sacado la lengua... Ha sido perfecto.
Ahora se siente apabullado, pulverizado. Eres un maestro,
palabra, y ellos han recibido lo que merecen. ¡Qué lástima que yo
no haya estado allí! Ahora él te estaba esperando en mi casa con
ávida impaciencia. Porfirio también está deseoso de conocerte.
--¿También Porfirio...? Pero dime: ¿por qué me han creído loco?
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 237