Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
Señor... Sus ojos estaban llenos de lágrimas después de escuchar
mi relato desde el principio hasta el fin.
»-Bien, Marmeladof -me dijo-. Has defraudado una vez las
esperanzas que había depositado en ti. Voy a tomarte de nuevo
bajo mi protección.
ȃstas fueron sus palabras.
»-Procura no olvidarlo -añadió-. Puedes retirarte.
»Yo besé el polvo de sus botas..., pero sólo mentalmente, pues
él, alto funcionario y hombre imbuido de ideas modernas y
esclarecidas, no me habría permitido que se las besara de verdad.
Volví a casa, y no puedo describirle el efecto que produjo mi
noticia de que iba a volver al servicio activo y a cobrar un sueldo.
Marmeladof hizo una nueva pausa, profundamente conmovido.
En ese momento invadió la taberna un grupo de bebedores en los
que ya había hecho efecto la bebida. En la puerta del
establecimiento resonaron las notas de un organillo, y una voz de
niño, frágil y trémula, entonó la Petite Ferme. La sala se llenó de
ruidos. El tabernero y los dos muchachos acudieron presurosos a
servir a los recién llegados. Marmeladof continuó su relato sin
prestarles atención. Parecía muy débil, pero, a medida que crecía
su embriaguez, se iba mostrando más expansivo. El recuerdo de
su último éxito, el nuevo empleo que había conseguido, le había
reanimado y daba a su semblante una especie de resplandor.
Raskolnikof le escuchaba atentamente.
-De esto hace cinco semanas. Pues sí, cuando Catalina Ivanovna
y Sonetchka se enteraron de lo de mi empleo, me sentí como
transportado al paraíso. Antes, cuando tenía que permanecer
acostado, se me miraba como a una bestia y no oía más que
injurias; ahora andaban de puntillas y hacían callar a los niños.
«¡Silencio! Simón Zaharevitch ha trabajado mucho y está
cansado. Hay que dejarlo descansar.» Me daban café antes de
salir para el despacho, e incluso nata. Compraban nata de verdad,
¿sabe usted? lo que no comprendo es de dónde pudieron sacar los
StudioCreativo ¡Puro Arte!
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Comentario [L7]: Canción popular.