Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
-He enviado a buscar un médico -dijo a Catalina Ivanovna-. No
se inquiete usted; yo lo pago. ¿No tiene agua? Déme también una
servilleta, una toalla, cualquier cosa, pero pronto. Nosotros no
podemos juzgar hasta qué extremo son graves las heridas... Está
herido, pero no muerto; se lo aseguro... Ya veremos qué dice el
doctor.
Catalina Ivanovna corrió hacia la ventana. Allí había una silla
desvencijada y, sobre ella, una cubeta de barro llena de agua. La
había preparado para lavar por la noche la ropa interior de su
marido y de