CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 215

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -De noche no se miran los pisos. Además, ha de subir acompañado del portero. -Veo que han lavado el suelo. ¿Van a pintarlo? ¿Queda alguna mancha de sangre? -¿De qué sangre? -Aquí mataron a la vieja y a su hermana. Allí había un charco de sangre. -Pero ¿quién es usted? -exclamó, ya inquieto, el empapelador. -¿Yo? -Sí. -¿Quieres saberlo? Ven conmigo a la comisaría. Allí lo diré. Los dos trabajadores se miraron con expresión interrogante. -Ya es hora de que nos vayamos -dijo el mayor-. Incluso nos hemos retrasado. Vámonos, Aliochka. Tenemos que cerrar. -Entonces, vamos -dijo Raskolnikof con un gesto de indiferencia. Fue el primero en salir. Después empezó a bajar lentamente la escalera. -¡Hola, portero! -exclamó cuando llegó a la entrada. En la puerta había varias personas mirando a la gente que pasaba: los dos porteros, una mujer, un burgués en bata y otros individuos. Raskolnikof se fue derecho a ellos. -¿Qué desea? -le preguntó uno de los porteros. -¿Has estado en la comisaría? -De allí vengo. ¿Qué desea usted? -¿Están todavía los empleados? -Sí. -¿Está el ayudante del comisario? -Hace un momento estaba. Pero ¿qué desea? Raskolnikof no contestó; quedó pensativo. -Ha venido a ver el piso -dijo el empapelador de más edad. -¿Qué piso? -El que nosotros estamos empapelando. Ha dicho que por qué han lavado la sangre, que allí se ha cometido un crimen y que él StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 214